LA FORMA CORRECTA DE HACER UNA NEGOCIACIÓN
La negociación consiste en el acercamiento de dos partes opuestas hasta alcanzar una posición aceptable para ambas.
EL ESPACIO CONTINUO DE LA NEGOCIACIÓN
La idea de acercamiento entre dos partes, implica la existencia de una distancia entre ellas, y estos términos corresponden al lenguaje habitual de la negociación.
Negociar significa moverse. Nos movemos de nuestra posición más favorable (P.M.F.) hasta llegar a un punto aceptable para ambas partes.
Nuestro opositor hace exactamente lo mismo. La capacidad y habilidad de los negociadores de cada una de las partes son las que deciden la localización de este punto de acuerdo y la distancia que tenemos que recorrer para llegar a él.
Cada una de las partes si pudiera elegir libremente, elegiría la posición más favorable para sus intereses. Estas posiciones están representadas por los extremos del diagrama. Es muy poco probable que una parte logre convencer a la otra para que acepte su P.M.F.
Por ello cada parte deberá desplazarse hacia la posición de su opositor. Este desplazamiento tiene un límite, llamado a veces punto de ruptura, que de superarse haría que las partes prefirieran romper la negociación a acepta un acuerdo.
El intervalo de acuerdo que se ofrece al negociador está situado entre el punto más favorable y el límite. En la mayor parte de negociaciones estos dos segmentos se fingen.
En el intervalo en el que se fingen, existe posibilidad de acuerdo. A ese campo o área se le llama “zona común o de intercambio”.
Puede existir un acuerdo en cualquier punto de ese campo. La situación
concreta de tal punto dependerá del poder relativo de las partes y de su habilidad
para negociar.
El intervalo que separa el punto más favorable del límite puede ser grande o pequeño. Cuando los negociadores hablan de su margen de maniobra, están refiriéndose a la distancia que separa ambos puntos.
En algunas negociaciones puede ocurrir que no exista zona común. En dichas circunstancias las negociaciones quedan estancadas, salvo que una o ambas partes recurran a una postura de fuerza con el fin de convencer a la otra parte para que reajuste su límite.
También puede ocurrir que haya que modificar la P.M.F. y el límite
establecido durante la preparación de la negociación porque surjan nuevos datos o
circunstancias una vez iniciadas las negociaciones.
El proceso de negociación trata, en primer lugar, de llegar al campo de
intercambio o zona común y una vez en él encontrar un acuerdo.
LA PREPARACIÓN DE LA NEGOCIACIÓN
(“El que se olvida de prepararse, se prepara para ser olvidado”)
negociación satisfactoria. Lo que hagamos o dejemos de hacer antes de llegar a la
mesa de negociación pondrá rápidamente de manifiesto en lo que hagamos cuando
Una buena preparación es el camino más seguro para llegar a una
lleguemos a ella.
Un negociador mal preparado tiene que limitarse a reaccionar ante los acontecimientos, nunca podrá dirigirlos. Un negociador deficientemente preparado demuestra antes o después que no sabe de lo que está hablando y ante esta situación su opositor se dará cuenta de ello, ganará confianza en sí mismo y elevará el nivel de sus exigencias.
La fase de preparación es fundamental para el posterior desarrollo de la negociación y de ella depende en gran medida la consecución de los objetivos que nos planteemos alcanzar.
La preparación de la negociación resulta la clave del éxito para la consecución de los objetivos.
La habilidad de las negociaciones reside, precisamente, no en tener ideas brillantes y hacer propuestas desconcertantes e inesperadas en la mesa de negociación, sino en llevar todo el proceso bien preparado y previsto desde el principio hasta el final, sin dejar ningún aspecto al azar.
Si estamos pensando sobre la marcha los argumentos para defender nuestros intereses, incurriremos en un grave error, ya que no podremos escuchar activamente a la otra parte y averiguar así sus preferencias, intereses, puntos fuertes y débiles.
La habilidad de las negociaciones reside, precisamente, no en tener ideas brillantes y hacer propuestas desconcertantes e inesperadas en la mesa de negociación, sino en llevar todo el proceso bien preparado y previsto desde el principio hasta el final, sin dejar ningún aspecto al azar.
Si estamos pensando sobre la marcha los argumentos para defender nuestros intereses, incurriremos en un grave error, ya que no podremos escuchar activamente a la otra parte y averiguar así sus preferencias, intereses, puntos fuertes y débiles.
Es muy frecuente que los negociadores dediquen el tiempo reservado a la
preparación ensayando los argumentos que van a utilizar para defender sus
posiciones atrincheradas y atacar las de la otra parte.
El mal negociador mide su éxito por los puntos que marca a su contrario.
El factor decisivo en nuestra preparación es la relación de fuerzas existentes entre nosotros y nuestro opositor a la hora de negociar los temas en conflicto.
En términos generales, cuanto más fuerte sea nuestra posición, más poder tengamos, menor tiene que ser nuestro margen de negociación.
La negociación parte del hecho de que ninguna de las partes tiene un poder absoluto, lo que significa que ambas partes tengan el mismo poder.
La estimación de poder de negociación propio y del opositor es cosa muy subjetiva en la que cabe
gran margen de error.
Nuestro poder aumenta si el no alcanzar un acuerdo perjudica a nuestro opositor más que a nosotros.
En la fase de preparación se debe definir que es lo que se pretende conseguir y cómo conseguirlo. Para ello nos será útil dividir la preparación en un cierto número de temas clave: establecimiento de objetivos propios e inferencias de los de la otra parte, obtención de información, estrategia y reparto de roles/tareas cuando negociemos en grupo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario